María Luisa Estévez
- Edad: 35 años (aunque parece de 45)
- Estado civil: Soltera (sin novio desde hace 7 años)
- Título académico: Doctora en Ciencias Económicas (junto a otros títulos de menor grado. Se dio cuenta de que no le gusta la economía, casi al final de su título de tercer nivel)
- Empleo: Profesora de varias asignaturas de economía, en la más prestigiosa universidad del país (casi no le gusta enseñar)
16/Junio/2008
Hoy, por primera vez en dos semanas, recibimos clases de Microeconomía I. La profesora Avendaño abandonó el puesto, por cuestiones académicas (se marcha a cursar un Doctorado). Una tal María Luisa Estévez vino a llenar el espacio vacío que dejó Avedaño.
La primera hora de clases pasó con normalidad: curvas de indiferencia, cuadros, diferenciales y algo de aburrida teoría. La segunda hora también pasó con normalidad, exceptuando un evento un tanto extraño y triste.
A mitad de la segunda hora llegó, el que aparentemente era, un colega de la nueva profesora. Él la llamó desde la puerta y ella salió del aula por unos cinco minutos. Cuando la profesora volvió, se sentó en su escritorio (en una pose a la que solo le faltaba el vaso con whiskey para parecer deprimida de taberna). Levantó su cabeza y empezó a hablar, tenía tan mala pinta que nadie en el curso hablaba.
La profesora nos dijo que debíamos evitar ciertos errores que ella cometió, que lamentaba haber centrado su vida en sólo estudiar, que ahora, con un rimbombante título: no tiene tiempo para nada, que cambiaría todo por haber vivido más. Y al final coronó su soliloquio con esta perturbadora frase:
“El tiempo de uno, como los genitales de uno: deberían entregarse sólo por pasión o por amor. Y en la entrega de ambas cosas, hay que tener las mismas precauciones.”
18/Junio/2008
Luego de fracasar en la lección de Microeconomía I, y de pensar obsesivamente en la frase de la profesora, he decidido que no me gusta la carrera de economía. Voy a renunciar, aunque en mi casa se arme un problemón.
8/Julio/2010
Acabo de aprobar la mitad de las materias de mi carrera de Enseñanza Parvularia, hace dos años me parecía una locura renunciar para volver a empezar otra carrera, pero aquella frase del ‘tiempo y los genitales’ me llegó al corazón, aquel día de 2008.
Hoy volví a mi antigua facultad, para ver sin encontraba a mi antigua profesora y preguntarle más sobre lo que dijo aquel día. Acabo de enterarme que, luego de un año de internamiento en un centro psiquiátrico, se dedica a viajar por todo el país y trabajando de voluntaria en la construcción de casas para los desposeídos, junto a su esposo.
Siento que ahora ella, por fin, entrega tanto sus genitales como su tiempo: por amor.
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Very Nice men!! (y)
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Genial!
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🙂
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