Es que el mundo da vueltas como no te lo imaginas. Un día estamos en nuestros quehaceres cotidianos y, al otro, una raza extraterrestre conquista el planeta.
Nada extraordinario. Un día empezó a sonar la pieza conocida como Marche Slave, retumbando en todo el cielo. Y justo durante la misma, al minuto 2, segundo 16, cientos de lo que parecían gigantescas semillas de diente de león explotaron en las principales ciudades del mundo. El mundo, por supuesto, quedó en ruinas e incapaz de defenderse. Por lo que los miembros de la raza conocida como los Fleur Luminarc empezaron a llevarse cada recurso natural que consideraron de provecho.
Cada cierto tiempo la lluvia de dientes de león arrasaba cada posible rastro de esperanza construido por cualquier ser humano. Luego de esto la historia se torna en un aburrido compendio de cuentos sobre el sufrimiento de la esclava raza humana. Así que mejor les cuento lo que pasó antes.
Antes de la Primera Lluvia Mundial de Dientes de León, un grupo de espías Fleur Luminarc vino a recabar datos para una conquista optimizada en recursos. Estos espías tenían prohibidas las comunicaciones innecesarias, tanto para ahorrar los recursos supremamente escasos de su planeta como para evitar filtraciones de datos. De entre estos espías un Luminarc llamado Gakamith, amante de las artes, desobedeció las reglas. Como regalo de aniversario, mientras cumplía su misión, envió a su prometida, Artisa, lo que ella vio como un romántico gesto: una pieza musical de otro planeta. Coincidencias de la vida, ella era hija del General Dosefio, el encargado de conquistar el tercer planeta del sistema Solar de forma óptima en el sentido de Paretto —conocimiento pasado a su raza, cortesía de otro espía Luminarc—. Dosefio vio a su hija exaltada por la tonada que le envió Gakamith, por lo que decidió sacarse una copia para oírla él mismo.
Luego de analizar su misión y aprender la eficiencia en el sentido de Paretto, el General Dosefio decidió que la raza humana era digna de hacerle un tributo. Así se llegó a consenso unánime de que, como canción de Guerra de Conquista, se toque en todo el planeta la tonada conocida como Marche Slave, que muchos creen —como el General Dosefio creía— que se trata de algo como ‘Marcha Esclava’, cuando en realidad se trata de “Marcha Eslava” . En fin, su secreto de ignorancia estará a salvo en su cultura. En la cultura humana, en cambio, la cosa era diferente. Luego de la primera lluvia de dientes de león, hubo una segunda y una tercera. Los humanos de diferentes movimientos de resistencia, se dieron cuenta de que las lluvias ocurrían cada cierto período de tiempo. La Marcha Eslava sonaba cada ocho años en todo el planeta y llegó a conocerse, equivocado en origen pero atinado en circunstancias, como la Marcha Esclava.
Ciertas sectas humanas, nacidas del miedo por la conquista, reverenciaban religiosamente a la Marcha Esclava o ‘Marcha de la efímera vida’. Otros la tenían como un supremo tabú, sobre todo para los niños menores de ocho años que jamás hayan presenciado una Lluvia de Semillas de Diente de León.
Las artes musicales se detuvieron una vez que la civilización tuvo su fin y el oficio de músico incluso llegó a ser clandestino. De manera que la única obra musical de dominio público era “Marche Slave”.
Con el tiempo, los movimientos sociales revolucionarios del planeta Sisfane tomaron como himno a la mal llamada ‘Marcha anti-esclava’. La entonaban como recordatorio de la masacre de una raza oprimida e inocente a la que le faltaba evolucionar, castigada por una raza egoísta, consumista y sin corazón. Así fue como la única muestra que quedó del arte de la raza humana fue la canción de un tal Tchaikovsky. Que es, por cierto, el único nombre humano del que se tiene registro, junto a Ernesto, que no se sabe cómo, pero ese nombre también sobrevivió.
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¿Es en serio que aquí no hay más comentarios?
Es mi relato favorito. Bien recuerdo una página que compartía la entrada del blog en Facebook, ponía algo como:
«Un gran joven, escritor de ciencia ficción a lo H.G. Wells»
O algo así, el caso es que leo este blog desde ese entonces (la publicación de esta entrada), incluso aún guardo el marcador en la computadora vieja. Aunque no fue sino hasta hace poco que me creé una cuenta para seguir el blog, aunque por ahí debe pulular el perfil que me hice con el Facebook, por aquel entonces con una foto de Revueltas o de Pacheco.
Fue y sigue siendo una experiencia gratificante leer a todo un grapho-artista.
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» Bien recuerdo una página que compartía la entrada del blog en Facebook, ponía algo como:
“Un gran joven, escritor de ciencia ficción a lo H.G. Wells” » Oh, dios… ¿donde apareció eso que no me enteré? :O
Un halago inmerecido 🙂
La verdad es que este cuento estoy por reeditarlo para dejarlo más pulido. Es uno de los primeros que escribí. Tiene un valor sentimental muy alto. No lo desaparecí del blog como algunos otros, jajajaja.
Gracias por seguirme desde entonces, es un placer que me leas.
Un abrazo desde Ecuador.
Pd.: ¿grapho-artista? ¿de gráfico? 😀
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Uuuuhhhh, de eso ya casi tres años, así que quién sabe, pero bendito el momento, bendito…
Pero si bien que queda el saco, póntelo, 🙂
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Grapho-artista de lexema, que nosotros también somos artistas aunque usemos la escritura. Aunque lo de gráfico es un saco que queda, las fotos que hay en algunos relatos son geniales. Y los dibujos de Blacksmith, Uffff, que siempre son excelsos.
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Ohhh, de lexema.
Y, pues, ahora que lo dices, mi proceso de selección de fotos sigue ciertos parámetros. Asimismo, cuando colaboro con Blacksmith hacemos un proceso de definición de escenas, bocetos y demás. La imagen que acompaña un cuento, para mi, es un elemento muy importante que afecta su impacto en el lector 🙂
Me da gusto que lo notes.
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Genial! Otra obra maestra.
» … junto a Ernesto…que no se sabe cómo, pero ese nombre también sobrevivió)».
Saludos!
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Gracias Pablo… un gusto tenerte por estos parajes que, a veces, se tornan surrealistas.
Saludos 🙂
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