Un tambaleante puente de ausencias me llevó a tu imagen, que se presentó como dama y, al acercarme, hedía a cadáver. Aunque yo no lo notaba.
Es que por aquel entonces mi olfato sentimental no funcionaba bien, es por esa razón que la vida me sabía a nada.
Estabas muerta cuando te conocí.
Lo nuestro no era amor, era necrofilia emocional de mi parte.
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[…] haces, Rey, por qué conviertes mi alma en ocho […]
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¿Es que puede pasar algo así?
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La verdad es que las relaciones enfermizas son de lo más impredecibles.
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[…] Tampoco me arrastra. […]
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