Miércoles 17 de Marzo de 1999
¡Maldito cuaderno de lamentos! Hoy estoy en esos días en que tengo urgencia de escribir en ti, con la sangre de mi alma.
No entiendo cómo la gente puede ser tan cruel, y a veces sin saberlo.
Veo a las muchachas felices saliendo con sus novios. Veo a sus novios satisfechos por haberlas profanado por delante (y con más algarabía si es que es por detrás). Veo a aquellos que una y otra vez golpean a los más débiles, robándoles su dignidad y su dinero en los sucios baños de mi colegio.
Cada día veo tantas cosas, y la gente ve otras más. La única cosa que no ven…es a mí.
¡No lo entiendo! Institucionalmente existo, estoy aquí: tengo boleta de calificaciones, me nombran en la lista de asistencia, me sirven la comida en mi casa. Técnicamente existo. Pero en la práctica no es igual.
En la práctica, nadie me ve: no me miran, no me hablan, no me oyen…si los espejos no existieran, hasta yo misma dudaría de mi propia existencia. Una vez creí que en serio alguien podía ver a través de mí. ¡No lo sé, me dio la impresión!
A mis 16 años no me considero una muchacha fea. O sea, tengo pechos hermosos y esas cosas. Pero a veces siento que un árbol que cae en el bosque no produce sonido si nadie lo oye, y que mi belleza no sirve si nadie la ve.
Jueves 8 de Abril de 1999
Hoy vi a una pareja follando en el almacén del gimnasio del colegio, lo hicieron frente a mí. Es algo común, yo siempre me escondo allí. Y ellos, como no me ven, hacen de todo sin inmutarse.
En esta ocasión no aguanté más, mis partes necesitan acción de vez en cuando. Y necesitaba demostrar que, o se hacen los que no me ven (siempre tengo la esperanza de que sea sólo un cruel juego) o al menos sacarle un voyerista provecho a esta puta invisibilidad. Me masturbé frente a ellos… allí, al pie de donde el fortachón capitán del equipo no pudo mantenerle el ritmo a la más simple de las porristas, y se corrió a los dos minutos de haber empezado el acto.
En ese almacén habían tres caras rojas, con un rubor causado por emociones diferentes:
- La cara de ella, roja de coraje y frustración (es la tercera vez que el capitán no le llena las expectativas, y esta vez ya no finge comprensión).
- La cara de él, extasiado pero con su orgullo de macho por los suelos.
- Y la cara de mi primer orgasmo voyerista.
Algunos esperan al viernes por la noche para divertirse, pero las invisibles como yo nos divertimos con la suciedad de lo que ocultan los que pueden ser vistos.
A veces quisiera que me tocaran como a la porrista, aunque sea dos minutos, para sentirme más hembra y menos cucaracha.
Martes 23 de Julio del 2002
Ahora me dedico a seguir a la gente y escribir historias sobre ellos. Me gusta escribir historias, sobre todo las sucias. Me deleita el morbo de ver las caras que nadie en su sano juicio se atrevería a mostrarle ni a su espejo: las caras de culpa por un adulterio, las caras de miedo a la muerte cuando una descuidada termina su acto sexual con un desconocido, la insatisfacción de un esposo aburrido que duerme de espaldas a su mujer… ¡tantas cosas!
A veces grabo a la gente y guardo los vídeos para las noches solitarias. Después de todo, el único miembro que conozco es el de los ‘Glory Holes’ de los clubes de perversiones a los que acostumbro a ir sin pagar entrada. El resto de mi sexualidad es netamente masturbatoria, aunque eso no significa que no esté satisfecha. El órgano sexual más sensible es el morbo, y a ese lo estimulo con regularidad.
Por cierto, no me va tan mal en mi nuevo negocio. Descubrí que existe una forma para dejar de ser invisible: las cartas. Ahora que espío a la gente puedo jugar un poco con sus vidas.
De vez en cuando encuentro personas que engañan a sus parejas. Entonces, dependiendo de si juzgo que merecen o no ayuda, les escribo una carta en la que les digo mis sospechas (además adjunto fotos que despiertan dudas, pero no son concluyentes); en la carta también les propongo que, si desean confirmarlo, dejen cierta cantidad de dinero en tal terreno baldío (siempre a media noche, me gusta verlos esconderse de los asaltantes). Luego de completada la transacción, me resulta extremadamente fácil grabar con mi cámara la infidelidad flagrante de la pareja de mi cliente.
¡Soy una artista en eso! Grabo desde varios ángulos y edito el vídeo. Deberían contratarme en ‘Reality Kings’ o algo así.
Luego de completar el pornográfico trabajo, dejo el vídeo dentro de la casa del cliente (cosa que les sorprende mucho, conozco a algunos que cambian la chapa al día siguiente de la entrega. Me da mucha gracia. Si supieran que, en realidad, entro y salgo de sus casas junto a ellos).
La parte más exquisita de todas, es la reacción del cliente al revisar el vídeo. He visto a algunos romper en llanto, a otros estallar en rabia y romper lo primero que encuentran (una vez casi me rompen un cenicero en la frente). A más de uno he visto masturbarse mientras comprueban la deslealtad de su pareja, parece que el peso de los cuernos los excita. He visto tantas reacciones diferentes, pero no he visto a nadie que no vea el vídeo hasta el final.
Jueves 24 de Octubre de 2002
Hoy me ocurrió algo extraño. Estaba en el club voyerista al que siempre voy y vi a un tipo masturbándose junto a mí, en una de las butacas. Ver a un voyerista obtener placer de la misma manera que tú, observando a otros, es una cosa supremamente excitante. En ese momento me entró un deseo terrible por hacerlo con ese muchacho, en ese mismo rato.
Me lo imaginé levantándose y manoseándome desde atrás con su mano derecha, mientras se tocaba con la izquierda. Todo eso lo imaginé con los ojos cerrados.
Lo raro fue que, mientras lo imaginaba, él me estaba haciendo todo lo que se cruzaba por mi mente. Yo pensaba, y él lo hacía. Al inicio pensé en una clase muy rara de dejavú, pero luego empecé a recordar que, de niña, cuando yo veía a los ratones huir de los gatos: yo jugaba a desear que tal o cual ratón dejara de moverse para que el gato pudiera devorarlo… y a veces se cumplía.
Obviamente dejé de pensar en ratas y me concentré en mi nuevo consolador humano, hasta que, con mi orgasmo alcanzado, lo despedí como a cualquier objeto.
Fue algo raro.
¿Se repetirá?
Viernes, 22 de noviembre de 2002
Desde el extraño suceso del mes pasado, no ha vuelto a pasar nada interesante. He pasado encerrada en la casa de playa de unos ricachones, viendo pornografía todo el día y leyendo un poco la biblia.
Me gusta leer la biblia, porque se supone que a dios nadie lo ve y que, a su vez, él lo observa todo.
Yo creo firmemente que él existe. Lo que no sé es que tan bueno pueda ser alguien que aparte de ser invisible: es omnisciente y omnipresente. Si yo, con lo poco que puedo ver, estoy tan sucia y rota por dentro…¡qué padecimientos mentales tendrá un dios que lo ve todo, de todos, y al mismo tiempo! Creo que Él no hace nada por nadie porque se cansó de ver tantas porquerías y se arrancó sus preciosos ojos dorados. Espero que al menos haya tenido ojos al momento de verme hacer mis cosas.
Tengo mucho dinero ahorrado de mi negocio de espionaje. Hasta he dejado de trabajar por bastante tiempo. Me he comprado muchos vestidos hermosos que nadie más verá.
Me mantengo bonita para mí y, a veces, me doy besos de lengua con mi espejo. Me amo, porque soy la única persona que puede verme.
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Intenso.
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[…] detectarlos. Marcos era experto siguiendo a la gente, se ganaba la vida haciendo investigaciones de infidelidad y cosas […]
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[…] su comportamiento si realmente quería tener amigos. También le dijo que nadie en el mundo tiene poderes y que, aunque alguien los tuviera, eso no le daría derecho a recibir nada de las […]
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[…] Consecuencias psicológicas de un súper poder […]
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[…] cada pozo se suelen colocar varios especímenes, separados por paredes invisibles. Estas paredes tienen el propósito de permitir a otros ver los progresos de los demás con […]
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