Ingredientes:
- 2 tazas de harina de trigo.
- 3 tazas de agua
- 100 gr. de queso ricotta
- 3/4 de cucharadita de sal
- Queso de mesa
- Aceite
Preparación:
- En un recipiente mezcle las 2 tazas de harina con las 3 tazas de agua.
- Remueva con una cuchara, hasta que no queden grumos de harina sin mezclar con el agua.
- Añada la sal a la mezcla.
- Despedace con la mano el queso ricotta, hasta que queden trozos muy pequeños.
- Añada el queso ricotta al recipiente y mezcle uniformemente.
- En un sartén con aceite, previamente calentado, vaya añadiendo poco a poco la masa, de manera que las tortillas queden del grueso y tamaño deseado.
- Esperar unos minutos, hasta que se dore la primera cara de cada tortilla.
- Voltear cada tortilla, esperar a que se doren.
- Sacar el sartén del fuego.
- Servir en un plato, con un trozo de queso de mesa.
- Disfrute.
Han pasado ya seis meses desde que nuestros días pasaron a ser mis días y tus días.
¿Quién tuvo la culpa? ¡Já! ¡Cómo si ambos no hubiéramos sabido que jugábamos a batir la soda una y otra vez, felices, hasta que la abrimos y nos explotó en la cara!
Pero aquí estoy, acordándome de ti hasta por las cosas más insignificantes. Que si 24, que si 8, que si el conejo en la luna, que si la canción de Valgur, que si el bolero que bailábamos antes y después de hacer el amor, que si el amor, que si tu tatuaje, ¡que si tantas cosas!
Desayunando me acordé de ti. Mi casa se siente feliz de que ya no me visites. Lo desordenábamos todo, haciendo el amor en cada rincón.
Pero pongámonos trascendentes, dije que el desayuno me recordó a ti. Porque hice el impensable plato.
¡Ja, ja, ja! Recuerdo cuando te dije que algún día te iba a preparar el desayuno:
—¿Ah sí? —dijiste, con tu cabeza recostada en mi pecho—. ¿Qué me vas a preparar?
—Tortillas de harina de trigo —te respondí galante—. ¿Las has probado?
—¡Ja, ja, ja! ¡Déjate de pendejadas! —me dijiste, lanzando una carcajada—. ¡Eso no existe!
—¡Horrorosa! —me levanté y me puse encima tuyo —. ¡Claro que existen! Ya vas a ver, me van a quedar como tú.
—¿Locas? —sonreíste pícaramente.
—¡Deliciosas! —besé tu cuello.
Mejor no recuerdo lo que pasó luego de esa charla. No quiero despertar viejas escenas excitantes, que eran lo que mejor sabíamos hacer. ¡Sólo el recordar el tatuaje de tu cintura, me eriza!
De cualquier manera, nunca pude prepararte aquel desayuno. Ni ir contigo al Malecón a enseñarte mi sitio secreto, ni fumar contigo, ni pasar una noche entera contigo (casi lo logramos aquel 21), ni regalarte los libros que tenía para ti. Eso me recuerda que tampoco me devolviste mi iPod, ja, ja, ja.
Loquita…¿qué será de tí? ¿qué harás? ¿me pensarás?
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Ohhhh.. Yo me quedo con la historia porque como por aquí no hacemos esas tortitas.. No entiendo los chistes jaja.
Que pena no volver a saber de la loquita, yo ya la habría buscado por Facebook jaja.
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La loquita. ¿Será que lo piensa al muchacho?
Mejor me quedo con las otras dimensiones y el surrealismo, jajaja.
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Estoy segura de que donde esté, aun lo piensa alguna vez.
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Tiene buena pinta no las he comido nunca. Voy a tener que probarlas, Se pueden rellenar?
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Pues la verdad a mí me encantan de desayuno. No creo que puedan rellenarse, al menos no lo he intentado…son como hot cakes pero más delgados y crujientes.
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Si serán un tipo creeps franceses.
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:O Qué rico… nos contarás 🙂
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En México, tu receta sería una blasfemia jaja, pero voy a intentarla.
Esos momentos son los que más se guardan y la nostalgia los trae vueltos palabras.
Un abrazo desde Cancún, México.
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Jajajaja… Acá la suelen hacer en el desayuno (pero sin el queso ricotta, ese es mi ingrediente “secreto”, jaja).
Gracias por pasar y comentar 🙂
Abrazos y saludos desde Guayaquil, Ecuador.
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