Josefina ha trabajado por quince años en la morgue de la ciudad de Erdeno. En sus años de carrera se ha topado con cadáveres que han silbado, gemido, gruñido o defecado. Muchas veces ha creído oír el cabello y las uñas de los muertos crecer. El rigor mortis lo ha visto hasta en los genitales de ciertos occisos lujuriosos.
Pero hoy, Viernes 3 de Marzo de 1995, le ha ocurrido algo extraño: un cadáver poco cortés acaba de lanzar una sonora flatulencia que ha sorprendido a Josefina, cosa rara, porque hace ya casi cinco años que nada le sorprende.
La flatulencia fue la menor de las sorpresas, la señal inicial de que el individuo del contenedor #21, en realidad, y contra todo pronóstico: estaba vivo.
Resulta que, quien en vida fue Ulises Campuzano, ingirió por accidente un elixir que su hijo Rodrigo guardaba en su cuarto, producto de sus lecciones de Vudú. La poderosa neurotoxina ralentizó tanto el metabolismo de Ulises, que hizo que lo dieran por muerto.
Este extraño caso salió en todos los periódicos de la pequeña ciudad. Josefina, que modificó muy bien lo que contó, quedó como la heroína que evitó la autopsia de un pobre dado por muerto.
Nada especial, cosas que pasan.
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Jajajaja, vaya historia.
Muy interesante.
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Me da gusto que hayas disfrutado de la lectura.
Si te gusta leer, te invito a pasar por otro relato: https://donovanrocester.wordpress.com/2015/04/23/venganza-animal/ …
Un saludo afectuoso desde el soleado Guayaquil.
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Lo normal… Lo de todos los días… 😉
Feliz semana Donovan XD
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Pues sí, cosas raras que no le parecen raras a los que las viven 😀
Verito (me he tomado el atrevimiento de llamarte así), acepto tus buenos deseos si aceptas los míos a cambio: Feliz semana para tí 😉
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Me llamas igual que lo hace la gente que me estima mucho. Es bonito.
Autorizado 😉
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🙂
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