Los seres humanos de la dimensión #437 son un tanto extravagantes.
En el año 1992 se puso de moda cierta modalidad de competencia: los participantes se vestían con ropa de la misma masa, material y color, y se les daba cierta cantidad de tiempo bajo una piscina; luego, mediante un cubículo analizador de acrílico transparente, se medía la cantidad de agua que pudieron llevar sin necesidad de recipente.
La técnica más común para ganar era, obviamente, ser una persona de gran contextura y con un manejo prodigioso de la permeabilidad de su piel, mediante el control mental de la dermis.
Cierto día, en el campeonato mundial de dicha actividad, un muchacho delgado y pálido llegó a la final de una forma inexplicable. Durante la final, el muchacho decidió ganar de la forma más arrolladora que se le ocurrió: mediante el uso de su telequinesis decidió acumular toda el agua posible alrededor de su cuerpo y, levitando, se trasladó hacia el cubículo medidor, que estalló por la cantidad excesiva de agua.
Al muchacho, luego de un largo silencio de sorpresa, se lo declaró Sumo Campeón, para luego ser elogiado con un multitudinario aplauso.
Luego de un año de la insólita victoria, muchos empezaron a aplicar la telequinesis en aquella actividad, aunque no al grado supremo del Sumo Campeón, ni cerca.
Luego de otro año, la telequinesis fue prohibida en aquella actividad, para siempre.
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Jo… Seguro que después de ese incidente competitivo, está interesante competición ya no fue la misma… Nunca pudo madurar… Sigue estando verde… 🙂
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Sí, tienes razón, el jovencito delgado les puso un precedente muy alto, jajaja. 🙂
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