Puesto de cigarrillos

Publicado: 12/11/2014 en Relatos sueltos
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Me llamo Ricardo. Se lo digo a usted, que me lee, para que conozca un poco de mí. Es muy posible que no exista tras estas letras, o quizás sí, en otro mundo o en otras vidas. También es posible que existan muchos Ricardos por allí, viviendo lo mismo, o parte, de lo que les contaré.

Hoy estoy triste, como tal vez usted lo esté. El día está nublado, los carros pitan a lo lejos. Y aunque la calle no está muy transitada, mi alma sí lo está.

Hay una caravana de recuerdos, recuerdos como tráilers gigantes: llenos de otros recuerdos más pequeños. Estos tráilers están trabajando en una mudanza, tal vez siempre lo estén, no lo sé, no me gusta pensar en mis recuerdos. ¿A usted le gusta pensar en sus recuerdos?

Hoy, como cada mañana desde hace 2 años, me levanto a vender seguros de vida. Ese es mi oficio, vender falsas esperanzas en un mundo donde la vida se mide en dinero. ¡Qué más da! De algo se debe vivir, ¿no?

No he ganado comisión por ventas desde hace dos meses, así que sólo recibo el sueldo base y con eso sobrevivo. No tengo muchas aspiraciones, no me quejo.

Me gusta tocar el piano, aprendí solo, en un piano de papel y a puro oído. ¡Cómo me gustaría dar un concierto en algún lugar lleno de amantes de la música!

Pero de arte no se vive, ni de contar esto tampoco. Acaban de rechazarme otro seguro, es natural, ahora más que nunca la gente no piensa en la muerte. Hay un buen gobierno en mi país, que roba concientemente, a diferencia de los anteriores. Hay seguridad. ¡Ojalá también hubiera más amor al arte!

Usted que me lee, ¿cómo sobrevive a este mundo? Porque no creo que usted viva. Como dijo Oscar Wilde: vivir es algo muy raro en este mundo. Y si lo era en su época, ¡imagínese en estos tiempos!

Yo sobrevivo tocando el piano, oyendo música, bebiendo vino barato para dormir. ¡No me juzgues! No soy alcohólico. Hay gente que tiene esperanzas en la religión, yo pongo mis esperanzas en una copa y me las bebo, las reciclo entre sorbo y sorbo. Soy muy educado, me enseñaron a levantar el meñique mientras bebo, así sea en vaso de plástico como bebo ahora.

¿Me lees deprimido? No lo estoy, la verdad. Vivo feliz. No tengo aspiraciones, no me frustro. Disfruto de muchas cosas. ¿No me crees?

Me gustan los pollos asados de la esquina de mi barrio, me gusta la música de Mozart, me gusta la chica guapa de la tienda (aunque no me presta atención, por no tener mucho dinero). Me gusta fumar cigarrillos de mujer, de esos finos y suaves, es mi secreto oscuro más oculto.

Mis cigarrillos los fumo siempre en el mismo lugar: en un puestito atendido por un anciano. Me saldría más barato comprarme media cajetilla en otro lado, pero si lo hiciera, no vería al señor, ni conversaría con él (aparte lo he visto comprar pan y leche con lo que gana de los cigarrillos que le compro).

Me agrada conversar con el anciano. Siempre me recibe amable. Sonríe con su boca, porque sus ojos siempre están serenos: sin sonrisa ni tristeza, como la Mona Lisa.
Sus ojos tienen una tristeza añeja, de esas tristezas viejas que de tanto pasar en el alma: se fermentan, se vuelven vino.

Es un placer catar las tristezas de este anciano, saben tan bien. En ocasiones, sus tristezas han tenido un sabor amaderado: de su época en el campo, en su casita de caña, cuando él era feliz y lo sabía.
Otras veces, en cambio, se nota una gota ahumada, de la época en que un incendio le quitó todo y tuvo que empezar de cero. Sus historias de amores marchitos tienen un sabor tánico y efecto relajante.

Las penas del anciano me hacen sentir bien. Me dicen que todas mis tristezas de ahora se las llevará el viento, que mis amores imposibles se arrugarán, como él, y que yo añejaré mis propias penas y dichas.

Me alegraría tener a alguien que cate mis tristezas cuando yo sea viejo.

Pero ahora es tiempo de visitar al anciano, mi cuerpo pide nicotina y mis bolsillos piden que venda un seguro.


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comentarios
  1. marimbeta2614 dice:

    Andar entre sombras en el pensamiento es caminar inseguro tratando de comprar inciertos, se pierde el espacio se escapa el tiempo, nada es seguro. Existir. Saludos.

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  2. evavill dice:

    Muy bonito relato. Me gustó mucho

    Le gusta a 1 persona

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