—Cobarde, ¡no luchas! —dijo ella, con mucha decepción—. ¡Y eso mata!
Él agachó la cabeza y se dió cuenta de que de guerrero no tenía nada, y lloró desconsolado por el dolor de su cobardía…
Lloró, y cada lágrima que manaba de sus ojos le gritaba:
—Cobarde, ¡no luchas! —dijo ella, con mucha decepción—. ¡Y eso mata!
Él agachó la cabeza y se dió cuenta de que de guerrero no tenía nada, y lloró desconsolado por el dolor de su cobardía…
Lloró, y cada lágrima que manaba de sus ojos le gritaba:
Haaaayyyy… Pobrecillo… 😉
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Sí 😦
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