La Tragedia es como La Muerte, pero vestida de azul. La Tragedia vaga por La Tierra buscando a la gente feliz y conforme. Ella no usa armas para su labor, usa a sus mascotas. A veces lleva un búho cegatón que se posa sobre quien sea. La Tragedia prefiere creer que su búho huele la felicidad, por lo que ataca al desafortunado ser sobre el que se pose la torpe avechucha.
La Tragedia se vale de lo que sea para cumplir su objetivo: alimentarse. Su dieta consiste en beber las lágrimas más amargas del mundo, aquellas motivadas por la desdicha sorpresiva. Mientras más feliz y conforme haya estado la persona antes de que La Tragedia la toque, más amargas serán sus lágrimas, lo que hará que ella disfrute más de su bebida.
La Tragedia a veces hace alianzas o se aprovecha de los descuidos de sus hermanas: La Suerte, La Muerte y La Pasión. Por ejemplo, a veces altera la lista de víctimas de La Muerte, para alimentarse de las lágrimas de sus familiares y amigos. Hay ocasiones en que la gente pierde la prudencia por la ceguera que producen los golpes de suerte o las pasiones desenfrenadas. Entonces a La Tragedia le basta con poner el pie o soplar un poco para causar accidentes y desmanes.
Usted que me lee, se preguntará: ¿cómo es que el que escribió esto sabe tanto sobre La Tragedia? Verá usted, un día —no entraré en detalles, al menos no esta vez— La Pasión se enamoró de mí. Como era de esperarse, cedí a sus encantos, nadie puede resistírsele. Mientras hacíamos el amor, le pedí —bajando el ritmo— que me cuente uno de sus más sagrados secretos. Ella, desesperada por lograr su clímax, me pidió que siguiera. Me negué rotundamente hasta que cumpliera lo que le pedí. La Pasión me reveló que para evitar que La Tragedia se te acerque hay que alejarse de los animales, porque pueden ser alguna de las mascotas de su hermana. También me dijo que hay que quejarse por todo. Frases como “lo tengo todo” o “rayos, me siento satisfecho”, están malditas. Son como llamados a gritos para atraer a La Tragedia. Las quejas producen el efecto contrario, la alejan.
Una vez que La Pasión me contó el secreto de su hermana, me pidió que no lo divulgara —algo que, por supuesto, no lograría cumplir—. Desde entonces me quejo de todo, hasta de lo que marcha bien. Y al parecer ha funcionado.
Desde que hice el amor con La Pasión aquella vez, soy capaz de ver a las cuatro Hermanas Encapuchadas deambular de aquí para allá. Si llego a ver a La Tragedia cerca de mí, o de alguien que me importa, comienzo a quejarme y a maldecir hasta por la más insignificante de las cosas. Entonces ella agarra su mascota de turno y se desaparece del lugar, haciendo una reverencia muy ensayada.
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Y seleccionaste a uno de mis animales favoritos, el búho como una de sus mascotas, pobre de mi rodeado de búhos en sueños cuando la mascota de la tragedia se mezcle con mis protectores alados, pero que otras mascotas pueden acecharnos? De que animales debemos cuidarnos?
Genial historia, muy bien contada.
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Antes de que se te acaben las historias de esta sección, me tomaré el atrevimiento de presentarte otra sección de mi blog: Los relatos de otra dimensión. Tratan sobre un ser interdimensional que tiene a cargo vigilar nuestra dimensión, y que además realiza reportes de lo más extraños: https://donovanrocester.wordpress.com/category/relatos-de-otra-dimension/ 😉
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[…] Texto: Donovan Rocester […]
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