Él trabaja para una organización interdimensional de evaluación y control de eventos. El cubículo donde trabaja es algo común en su dimensión. Aunque de seguro, para quien lee esto, será algo extraordinario. Todo es oscuro dentro de aquel lugar, sólo iluminado por las innumerables pantallas que muestran los innumerables eventos de las dimensiones a su cargo. Dentro de dichas dimensiones se encuentra la nuestra.
Hexadecimal, curioso, responsable, él tiene muchas cualidades —y defectos—. Justo ahora me está mirando por dos cámaras diferentes. Él me observa desde cada 21 que pasa frente a mis ojos, y ahora son las 21:21. A veces me da miedo, sobre todo cuando subo el volumen de mi TV, y paso por el 21, y me siento más vigilado que de costumbre.
El 21 de cada mes no sólo puede verme, sino también conversar conmigo. Él me cuenta muchas cosas interesantes sobre sus reportes. Es un buen amigo. Siempre me dice que cuando yo cumpla 21 años podremos hablar a diario. Será como tener un amigo dentro de mi cabeza. Lo que no sé es qué haré cuando nos peleemos, ¿cómo lograré que se vaya por un rato?
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[…] Reportó para ustedes, el #21. […]
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[…] todo el tiempo que llevo trabajando en la vigilancia de las diferentes dimensiones, jamás había escuchado de una leyenda […]
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[…] congéneres. Ese brillo rojizo fue el que me guió a mi posible nuevo dueño, que se hace llamar Ser Interdimensional #21 en los reportes que escribe por iniciativa propia. Me esconderé en las bodegas de su oficina […]
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