Pertenezco al CCEK (Comité de Castigo para Evasores del Karma). Me contrataron por una razón: soy el mejor en la ciencia de leer mentes humanas, cosa muy difícil de hacer cuando uno está detrás de una pantalla. Mi trabajo es vigilar las acciones de criminales sobrenaturales; sin intervenir. Soy una especie de cámara de vigilancia interdimensional que se limita a reportar los eventos que se le asignan. En esta ocasión se me encargó la vigilancia de un hospital psiquiátrico.

 

***

INICIO DEL REPORTE
Antecedentes

El centro psiquiátrico de la ciudad de Khisse es de lo más común: los psiquiatras y sus pacientes, las enfermeras y sus labores, los pacientes y sus delirios.

El doctor Alarcón, encargado del ala oeste del centro, siempre se ha desempeñado con excelencia en sus interminables casos. Él es divorciado y tiene una hija llamada Malena, de 16 años. Malena es una chica curiosa y rebelde, pero muy educada. Sus actos de rebeldía no difieren de las de cualquier adolescente de su edad, pero sabe
ocultarlas bien. Casi siempre se sale con la suya. Al doctor Alarcón no le ha quedado
más remedio que llevarla consigo a su oficina durante un par de semanas. Su ex esposa está de vacaciones con sus padres y no hay quien vigile a su hija, que está castigada por escaparse a una fiesta sin permiso en el cementerio.

Al doctor le da igual esta situación y a la joven Malena también. Ella, estudiando para su examen de ingreso a la universidad, aprovecha el silencio de la oficina de su padre para tratar de concentrarse. Mientras tanto, su padre se dedica a las labores de rutina en el hospital.

Para contar mejor la historia, es prudente explorar las mentes de cada uno de los
involucrados.

 


Dentro de la mente del doctor Alarcón

Hace tres meses que observo a este extraño paciente que llegó en un estado igual de extraño. Mostraba síntomas de tener dos personalidades totalmente definidas. La primera era una personalidad calmada y fría, con un limitado lenguaje corporal y que hablaba solo cuando era necesario. La segunda, en cambio, era de una persona desesperada que gritaba y se movía como pidiendo auxilio mediante balbuceos, pero sin llegar a articular palabra alguna; era como si tuviera una mordaza invisible. Noté que entre los cambios de personalidad pasaba cierto tiempo, durante el cual el paciente quedaba en un completo estado catatónico, como si lucharan antes de intercambiarse.

Desde hace un par de días, el paciente parece haberse estabilizado en la primera personalidad. Lo tendré bajo observación durante un par de meses más. No creo que a la policía le guste que lo demos de alta tan pronto, luego del terrible ataque que le propinó a su vecino.

 


Dentro de la mente del paciente #21

(Dentro de esta mente suena de manera perpetua la pieza clásica Danse Macabre,
de Camille Saint-Saëns).

¡Maldita sea! ¡Cómo me metí en este tremendo lío! Nunca me imaginé que este tipo ofreciera tanta resistencia. ¡Necesito salir de aquí! Y no puedo con tanta vigilancia y medicación. Creo que tendré que hacer eso de nuevo. No queda más remedio. Mientras tanto toca disfrutar de la música para concentrarme.

 


Dentro de la mente de Malena

¡Estúpidos logaritmos! Ya me cansé de esto. Este lugar es aburridísimo. No es como los sanatorios de la TV, con locos interesantes ni nada. No sé cómo mi papá puede estar aquí todo el día. Por suerte mañana se pondrá divertido. Mañana recorreré todo este maldito lugar, a ver si encuentro algo interesante con las copias de las llaves.

***

Al día siguiente Malena recibe, de manos de un amigo suyo, las copias de las llaves de su padre; mandadas a hacer con un molde de plastilina que siempre usa para dichos fines de allanamiento.

Malena recorre todo el manicomio buscando algo interesante que ver o a algún loco genio —como los llama ella— con quien tener una charla intelectualmente estimulante. Ella no es tonta, va con una navaja por si acaso alguien se pone violento, incluso con las camisas de fuerza.

No halla casi nada en su búsqueda, salvo unas cuantas pastillas que podría venderle a sus amigos, hasta que llega a la habitación #20. Abre la puerta e intenta hablar con la paciente de la habitación.

—Se sienten malas energías. Se sienten malas energías —repite obsesivamente la mujer.

—¿Qué energías? —pregunta Malena, a quien siempre le han intrigado las cosas paranormales y cree en que los locos pueden percibir y hacer cosas que la gente cuerda no.

— ¡Si aprecias tu vida, no te acerques a la habitación siguiente! —grita histérica la mujer.

—Pero dígame por qué —exige la muchacha.

—Se sienten malas energías. Se sienten malas energías. Se sienten malas energías.

Malena no hace caso a la advertencia, la cual solo logra que tenga más curiosidad de ver qué le depara la siguiente habitación.

—La #20 me dijo que no viniera. ¿Sabes por qué? —pregunta la imprudente muchacha al paciente de la habitación #21.

—Porque ataqué a un tipo antes de perder el juicio. Y estoy aquí en lugar de la cárcel porque alegué demencia —dice el extraño muchacho de 20 años, en un tono de lamento que convence rápidamente a la muchacha.

—¿Por qué lo atacaste? —pregunta ella, quien se engancha rápidamente con su historia por dos razones: porque al fin halló algo interesante y porque halla atractivo al muchacho.

—Porque chantajeaba a mi hermana por unas fotos que le robó de su celular y perdí los estribos.

—Te entiendo. No pareces mala persona.
Malena parece dominada por un extraño influjo que no percibe, como si de potentes
feromonas se tratara.

—Me recuerdas a un novio que tuve —dice Malena, con rostro adormilado.

— ¿Te gustaba mucho? —La voz de él resuena casi hipnótica.

—Demasiado —responde ella, casi fuera de sí.

—Entonces bésame —propone él, en tono claramente dominante.

Él susurra la palabra «cambio» antes de que ella, en completa obediencia, se acerque a sus labios. Para cuando siente el beso, ya es demasiado tarde. El cuerpo de Malena empuja al del muchacho hacia la cama y sale de la habitación rápidamente.

Dentro, se escuchan gritos de desesperación por salir; afuera, el cuerpo de Malena camina victoriosamente silbando Danse Macabre.

 


Dentro de la mente en el cuerpo de Malena

Nunca imaginé un cambio de cuerpos tan fácil. Al fin podré salir de aquí con el cuerpo de esta niña. Es un tanto débil, pero afuera conseguiré uno más robusto. Me pregunto a qué le sabrá todo esto al déspota doctorcito.

***

FIN DEL REPORTE


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comentarios
  1. […] recordamos a todo el personal del CCEK que deben repasar de vez en cuando el Manual de Identificación de Evasores del […]

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