Camilo acaba de despertarse. Todos en su casa se han marchado a trabajar. Él está de vacaciones de la universidad, terminando el cuarto año de Leyes. Sabe que no habrá desayuno para él y no le importa. Se toma su tiempo para levantarse. Es que no es lo mismo despertarse que levantarse, como muchos a veces creen. Camilo hace ya meses que despertó a la realidad de que Lucía ya no está con él, pero para levantarse le falta mucho. Las vacaciones de las que disfruta ahora son más bien un salvavidas que un disfrute. Camilo necesita el tiempo a solas para meditar, para dejar fluir su pérdida.
Lucía lo dejó por indeciso, por cobarde, por lento, pero más que nada por zorra. La verdad, yo que observo a Camilo a diario, no entiendo cómo le pudo aguantar tanto. Esa mujer lo engañaba cada que podía, o bien con su recurrente estudiante de enfermería, o bien con cualquiera que se cruce en su camino durante un viaje. Ella también aprovechaba las fiestas a las que asistía para llenarle la cabeza de cuernos a Camilo. O bueno, ella creía que era en la cabeza donde se los ponía, porque, en realidad, al sensible muchacho se le acumulaban en el corazón: puntiagudos cuernos, traiciones filosas, todas llenando un corazón de hule, que se estiraba cada vez más y más, sin importar los desgarros que Lucía le causara.
Camilo se levanta, por fin, de la cama. Lamentablemente para él, en la madrugada soñó con ella. La soñó feliz, con otro hombre. La soñó llamando ‘mi amor’ a otro. En su sueño ella estaba contenta, aunque, en realidad, él sabe que ella, por su estilo y filosofía de vida difícilmente será feliz. Y, como es de esperarse, eso también le pesa y le hiere en el corazón al despechado joven.
—Hoy soñé con ella otra vez— dice Camilo, dirigiéndose a su reflejo en el espejo.
—¿Qué soñaste?— le responde el reflejo.
—Soñé que era feliz con el tal Pepe, que hasta de viaje se iban— contesta Camilo en tono de lamento.
— ¿Y qué esperas para olvidar a esa perra? — le reclama el reflejo en tono de hastío.
— ¡No le llames perra! —dice Camilo enfurecido—. ¡Ella está confundida!
— ¿Confundida? —inquiere sarcástico el reflejo—. Ella podrá estar indecisa sobre qué hueco entregarle a Pepe, pero en sus pensamientos hace rato que ya no estás tú.
— ¡Mientes! — grita Camilo, mientras lanza un puñetazo contra el espejo.
El espejo se rompe en cinco partes y cada una de ellas yace en el suelo, con una parte de la sangre que chorrea de la mano de Camilo.
—Acéptalo— ruega compasivo el reflejo número uno.
—¡Es una zorra! — se burla el reflejo número dos.
—¡Búscate otra y deja el drama! — aconseja el reflejo número tres.
—¡Mejor no te digo nada! —dice el reflejo número cuatro—. No vaya a ser que me rompas.
Camilo empieza a llorar, no por la herida en su mano, sino por el recuerdo y por extrañar el dulce veneno de Lucía.
— Y tú… ¿no vas a decir nada?— reclama Camilo.
—Sí, tengo algo que decirte— responde el quinto reflejo, que viene del pedazo de espejo con más sangre sobre sí.
—¡Dímelo! Total, los demás ya dijeron de todo.
—¡Lávate la mano y véndatela! —dice el reflejo, con rostro de preocupación—. Nadie te lo ha dicho, pero comprendo tu pena y, si te concentras en lo que vales, tal vez puedas superarla.
—¡Otro sermón!— bufa Camilo.
—¡No! No es sermón —increpa el quinto reflejo—, soy la parte de ti que necesita la paz, más que nunca.
—¿Y mi paz? —reclama el trastornado muchacho—. ¿Quién se preocupa por mi paz?
Camilo toma el pedazo de espejo entre sus dos manos y presiona fuerte, intentando romperlo. Sus dedos empiezan a sangrar.
—Si me aniquilas, ¡en serio no habrá nadie que se preocupe por tu paz! —dice el quinto reflejo en tono solemne.
Camilo duda y afloja un poco la fuerza con la que aprieta el pedazo de espejo. Sus dedos manan sangre, gota tras gota.
—Rómpelo y entrégate al dolor— dice el primer reflejo.
—¡Qué se vaya a la mierda el sermonero!— grita el segundo reflejo.
—Veo sólo drama y nada de acción— suspira el tercer reflejo.
—¡Con tal que lo rompas a él y no a mí!— dice el cuarto reflejo.
Camilo se detiene, suelta el trozo de espejo y llora desconsoladamente. Llora tanto que sus lágrimas limpian la sangre de los pedazos de espejo.
—Yo soy tu paz, Camilo —dice el quinto reflejo—. Úsame y libérate.
Camilo toma de nuevo el quinto pedazo de espejo y éste deja de mostrar su reflejo. Ahora lo que muestra es la cara de Lucía.
—Si vas a hacerlo, ¡hazlo ya!— dice la Lucía del trozo de espejo.
Camilo no soporta más su visión… y se corta las venas con la cara de ella.
Tendido en el piso, Camilo escucha a los cinco reflejos, ahora todos con la cara de Lucía. En cada uno ella gime sexualmente con un hombre diferente, en una pose diferente. Camilo ya no tiene fuerzas como para luchar, pero alcanza a lanzar un último susurro:
—Eres una perra.
Todos los reflejos de Lucía, penetrada por sus amantes, se detienen y, al unísono, increpan desafiantes:
—¿Qué dijiste?
—¡¡¡Que eres una perra!!!— grita Camilo, enfrentando a Lucía por primera vez.
Con aquel estridente grito los cinco fragmentos se rompen y en cada uno de los ahora veintiún pedazos de espejo se vuelve a ver el reflejo de Camilo. Todos, en coro, gritan:
—¡Eres libre al fin!
Camilo termina de desangrarse y se desmaya.
***
—¡Camilo! ¡Camilo!— un hombre de bata blanca intenta despertar a Camilo.
—¡Buenos días, Doctor Pérez!— responde un ileso Camilo.
—¿Otra vez el sueño de los espejos?— pregunta el psiquiatra, mientras revisa la camisa de fuerza de Camilo.
—Sí, doctor. Pero esta vez el final fue diferente.
—¿En serio?— dice complacido el psiquiatra.
—Sí, doctor: ¡esta vez le respondí!
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[…] a matarte, Rey, voy a despertar y a […]
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[…] Si les gustó ese interesante relato les recomiendo el sitio de mi buen amigo Sir Donovan. […]
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[…] para un interesante relato titulado “Esta vez le respondí” de nuestro escritor Donovan […]
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Me encantó el giro de la historia
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Me alegra que te gustara 🙂
Pd.: Por si no lo has leído, te invito a pasar por este relato, el primero que publiqué en la revista Salto al reverso: https://donovanrocester.com/2015/03/08/paciente-21-revista-salto-al-reverso-6/ …
Un abrazo interdimensional.
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¡Estupendo relato! Me ha encantado.
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Me da gusto que disfrutaras tu lectura.
Saludos desde Ecuador 🙂
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Pd.: Si no lo has leído, te invito: https://donovanrocester.com/2015/02/24/las-cuatro-santas …
Un abrazo guayaquileño.
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