Originalmente publicado en: La poesía no muerde
I
Recuerdo claramente sus palabras:
“Me has adorado como ningún otro, te bendigo hijo mío”.
¡Y ocurrió!
Aparecí en un desierto sin noches, de soles constantes.
II
No recuerdo cuantos años llevo aquí.
¿Morir? Eso ya no aplica para mí.
Este sucio dios traidor me dio una pena peor que la muerte.
He sido condenado a una tortura inmortal.
III
A veces me habla y me reprocha que no aprecio su bendición.
“¿Bendición? ¿Esta sed eterna acaso te parece una dicha?”, le respondo.
“Solo se puede juzgar un acto cuando ha dado frutos”, me replica.
Y luego desaparece por años. Mi sed no.
IV
Hace ocho años volvió, para indicarme un camino.
Lo seguí, caminé durante meses y creí que todo era un engaño.
Caí sobre mis rodillas y lo contemplé en toda su divina presencia.
¿El dios de la arena se dignó a sacarme de mi miseria?
V
Me dio de beber y me retó a una pelea. Cuando bebí, mi miseria se acabó.
Gané no solo la pelea, sino su trono.
“Al fin entiendes el don que te he dado, moriste en la sed y…” me dijo muriendo.
“…resucité en la divinidad”, completé. Ahora yo soy el dios de la arena.
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[…] Dios del mundo de los sueños. Gracias por salvarme del […]
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Ah, me encantó la historia que creaste aquí y me gusta la reflexión que hay detrás: la bendición oculta, el don del dios que resulta incomprensible durante largos años. 😛 Un beso.
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Pues sí, es justo esa la reflexión. No pudiste decirlo mejor.
Es un placer que me leas.
Un abrazo y beso desde esta dimensión 🙂
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Yo me fui en mi mente hacia mis propias revelaciones y comprensiones después de años de espera, justo en eso andaba cuando leí tu relato, así que me significó más.
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Pues da gusto que te signifiquen algo, que veas más en ellos que las simples letras. Un abrazo.
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Genial,como siempre. Ya hacía un tiempito que no te leía 😉
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Un placer que me lea siempre, señora Jumbo.
Un abrazo desde esta dimensión.
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Siempre! Aunque a veces con varios días de retraso y sin pararme a decir hola 😉
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🙂
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[…] https://donovanrocester.com/2015/10/03/el-dios-de-la-arena/ […]
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Me encantó, Donovan!
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Me da gusto, amiga Melba 😀
Un abrazo desde esta dimensión.
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