Originalmente publicado en: Salto al reverso
En muchas casas hay pequeños monstruos que se disfrazan de bombillas de luz. Estas pequeñas alimañas hipnotizan a los dueños de casa y les implantan falsos recuerdos, haciéndoles creer que reemplazaron bombillas que en realidad no han cambiado en años.
En ocasiones estos monstruos se olvidan de cómo hipnotizar o el efecto de los falsos recuerdos implantados se desvanece, provocando que el dueño de casa se percate de que cierto foco no ha sido cambiado en mucho tiempo. Entonces el monstruo se sorprende. La sorpresa de ser descubiertos golpea a este tipo de impostores, los aturde. Cuando estos pequeños seres se aturden, toman la apariencia de una bombilla quemada. Esto causa que se deshagan de ellos.
A veces los monstruos desechados terminan tirados en el tacho de basura. Si no se ata bien la funda o no se los mata, quebrándolos, entonces el monstruo sale de la funda y rompe con mucho odio la bombilla por la cual lo cambiaron. Luego se coloca en su lugar, esperando a que no lo descubran nunca más.
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Imaginación, excelente texto. Qué digo, excelentísimo.
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Buenísimo. Un saludo.
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Me gusta la alusión al mundo de los objetos
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Los microcosmos tienen su encanto 😀
Carmen, es un placer que me leas. Siéntete como en tu casa en esta dimensión de relatos y poesía.
Saludos afectuosos desde Ecuador.
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Me encanta… Tenebroso, como todos tus relatos.
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