Salgo de casa una vez más.
Media hora antes, porque empiezo a aprender la paciencia.
Una piedra alumbra mi horizonte.
Y una estrella me anima a seguir.
Y pienso que salir media hora antes lo ha cambiado todo.
Puedo ver a otros habitantes de la acera.
El barrendero concentrado, el ciclista anciano.
Y una estrella me anima a sonreír.
Recuerdo un alma mientras veo a la naturaleza fluir.
Aquellas abejas y aquellas pequeñas flores
ya las había regalado antes.
Y una estrella me anima a vivir.
Los carros se detienen, es mi turno de fluir.
Pienso en esa alma y en la conjunción de opuestos.
Miro el tatuaje de mi brazo derecho.
Y una estrella me anima a luchar.
Si hubiera llegado media hora antes
hubiera podido ver el mercado ambulante.
Pienso en tantas cosas, en ángeles caídos y humanos redimidos.
Y una estrella me anima a ser invencible.
Y una estrella…
Y una…
Y…
Un número…una hora… un susurro…
La estrella puede tomar cualquier forma
y la forma de hoy es la alegría.
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Qué bonita esa forma de estrella, espero que la alegría no sea fugaz.
Saludos,
Patricia.
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¡Qué bonito, Donovan!
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Gracias, amiga Melba 🙂
Me alegra que te haya gustado.
Saludos desde un nublado Guayaquil.
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Envíame nubes y lluvia. Saludos.
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Yo necesito sol para mis plantitas, allí intercambiamos 😀
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El sol que hace aquí te las achicharraría. Jeje
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